El tema de la protección anticorrosiva de las pinturas debe ser abordado de dos formas: la de la metalurgia civil e industrial por un lado, y la de los artefactos seriados de gran tamaño (trenes, aviones, automóviles), medianos (electrodomésticos, muebles metálicos, bicicletas y motocicletas) y pequeños colocados en el exterior, por el otro.
En el primer caso, las pinturas aplicadas son de secado al aire libre, dado el considerable tamaño de los productos, en el segundo caso se deben hacer endurecer en horno para acelerar los tiempos de producción. Pero el problema de la resistencia a la corrosión es el mismo, independientemente del tipo de producto de pintura utilizado y de su ciclo de aplicación, porque el fenómeno oxidativo del soporte metálico sobre el que se aplica el ciclo de pintura es siempre el mismo de carácter electroquímico debido a la presencia de agua o humedad, aire, sales y más, que reaccionan con el metal oxidándolo.
Sólo cuando las pinturas se aplican sobre los artefactos que deben soportar altas temperaturas, estufas, chimeneas y más, se producen fenómenos oxidativos de carácter químico, debido a la evidente ausencia de agua o humedad.

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