Por Javier García
La tormenta que supone el alto costo de los energéticos en Europa, brilla como una ventaja que hace todavía más atractivo a México para empresas que están buscando relocalizar o instalar nuevas operaciones.
Con asombro, hemos sido testigos del cierre parcial y total de grandes empresas que van desde las grandes siderúrgicas, hasta plantas de aluminio y zinc. Las afectaciones que esta problemática está provocando están a la vista, y aunque muchas compañías han mostrado capacidad de adaptación y respuesta, el futuro inmediato no se ve muy promisorio.
Las preocupaciones ambientales en momentos de emergencia, como el que se vive en Europa actualmente, han quedado de lado. El diésel está retomando un papel importante, al ser más barato que el gas natural, aunque ya sabemos que es mucho más contaminante.
Con este panorama, vemos cómo los Gobiernos analizan y se replantean la posición que deben de asumir ante las empresas energéticas, con medidas que van desde buscar gravar el exceso de utilidades que han tenido durante esta crisis, hasta, en casos extremos, la expropiación de refinerías y plantas de generación de electricidad.
En medio de esta situación, México continúa convirtiéndose en un destino muy atractivo para la inversión, además de su vecindad con los Estados Unidos, está tomando un papel más importante dentro de la reconfiguración geopolítica, por lo pronto el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, visita al país, al tiempo que Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pidió que se acelere la ratificación de los tratados comerciales con México.
Veremos si México logra consolidar este momento y continúa atrayendo más inversión extranjera directa.